lunes

Marco Polo

Cuando Marco Polo dictó su libro de las Maravillas en la cárcel de Génova. Sus compañeros de celda le creían todo. Cuando escuchaban las aventutras de 27 años de viajes por los caminos de Oriente, todos los presos se escapaban y viajaban con él.

Tres años después cuando publicó su libro, de esos que eran copias hechas a mano, porque la imprenta no existía. Losm pocos lectores que Marco Polo encontró no le creyeron nada, ni una sola palabra.

Alucinaba el mercader: En el mar Caspio, camino al monte Ararat, este delirante había visto aceites que ardían, y había visto rocas que ardían en las montañas de China. Sonaba más que rídiculo eso de que los chinos tenían dinero de papel, billetes sellados por el emperador mongol, y barcos donde navegaban más de mil personas... Solo carcajadas merecía el unicornio de Sumatra y las areans cantoras del desierto de Gobi, y eran simplemete inverosímiles esas telas que busrlaban al fuego en los poblados que había encontrado Marco Polo.

Muchos años después se supo:

Los aceites que ardían, era el petróleo.
las piedras que ardían, carbón;
los chinos usaban papel moneda desde 500 años y sus buques, diez veces más grandes que los buques europeos, tenían huertas que daban verduras frescas a los marineros.
El unicornio era el rinocerontes de Sumatra.
El viento hacía sonar las cumbres de los médanosen el desierto y eran de amianto las telas resistentes al fuergo.

En los tiempos de Marco Polo, Europa no conocía el petróleo, ni el carbón, ni el papel moneda, ni los grandes buques, ni el rinoceronte, ni las altas dunas, ni el amiato...

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