lunes

Se puede bajar por favor...no es nada

Es como la una de la mañana. He tenido suerte y voy en un taxi camino a mí casa allá por lo rumbo de Ciudad Neza. La borrachera ha sido buenísima, mucha cerveza, tequila y whisky. El taxista empieza a hablar de la vibra de la gente, que si uno tiene mala o buena, que si sus clientes por lo regular le dan bendiciones.

Para no quedarme dormido, empiezo a platicar con él, le explico alguna cosas que me han pasado a lo largo de mi vida. Vamos por la avenida López Mateos, cuando de repente su vocho se detiene, no arranca, se baja, lo revisa y nuevamente vamos en marcha.

Algunas avenidas más adelante, nuevamente el vochito se detiene. En esta ocasión, trae cara de preocupación, me explica que apenas hace dos días que lo ha sacado del servicio. Arranca nuevamente, un poco más adelante el vehículo empieza a cascabelear. El taxista voltea con una mirada de preocupación e irritación y me dice directo: usted es el responsable de que mi carro este fallando, desde que subió sentí su mala vibra. De repente cambia de actitud y me dice.... se puede bajar por favor... no es nada. Me bajo del vocho y cuando voy a darle las gracias, veo como el carrito sale despavorido muy lejos de mí.

Taxi, taxi....

Le hago la parada a un taxi, como siempre voy con el tiempo medido a una presentación en la Ciudad de México, son como las 20.00 horas. El taxista me observa con detenimiento empezamos a platicar de una serie de cosas sin importancia.

Cuando le digo cual es mi trabajo, me dice que hace apenas unas semanas uno de sus hijos se ha recibido como licenciado en comunicación. Para festajar dicho acontecimiento le han comprado un auto nuevo. Era el orgullo de la familia -me dice-"Desgraciadamente, ese mismo día tuvo un accidente y murió".

Se hace un silencio por algunos momentos. Después me dice que a llorado tanto a su hijo, que no lo ha dejado ir. "Todas las noches un auto me sigue, estoy seguro que es él, mientras mira la retrovisor y me dice que ahí esta". Le dijo que nadie viene atrás de nosotros. Después de varios minutos llegamos a la zona hotelera de la Ciudad de México, bajo rápidamente. De repente, observó un auto estacionado exactamente atrás del taxi, al volante va un joven como cuidando al taxista. Sube un cliente, arranca el taxi y el auto va pegadito a él, juro que lo ví.